Delincuencia, Justicia y Privacidad

El reconocimiento facial

La Dra. Raquel Guijarro realiza una reflexión sobre los últimos avances en Biometría, un campo en desarrollo con límites todavía inciertos.

Parece un escenario futurista: Un programa informático que es capaz de reconocer nuestra cara y de identificarnos entre una multitud, o de asegurar que verdaderamente somos el titular de una tarjeta cuando sacamos dinero de un cajero o hacemos una compra por internet. Pero no es ficción. Es realidad.

¿Cómo funcionan los sistemas de reconocimiento facial?

Los sistemas de reconocimiento facial están a la orden del día. Sin ir más lejos, cada vez que colgamos una foto en Facebook su tecnología identifica los rostros y nos pregunta si los queremos etiquetar. Desde hace años, Facebook está invirtiendo mucho dinero en sistemas de reconocimiento facial cuyo índice de fiabilidad será pronto equiparable al del ojo humano. Asimismo, en varios aeropuertos de EEUU operan ya sistemas para verificar la identidad de los pasajeros. Viajar con documentación falsa o suplantar la identidad, uno de los grandes quebraderos de cabeza de la policía, tiene los días contados.

Los software de reconocimiento facial detectan una cara mediante una cámara y generan, a través de algoritmos, un patrón facial de la misma que se comporta a modo de "contraseña". El patrón se compara con la base de datos y deduce en cuestión de segundos si la persona que está siendo analizada corresponde o no a esa cara. Además, el programa informático incluye un sistema de "reentrenamiento" de forma que el cambio de algunos rasgos por causas como la edad, la presencia de cicatrices o tatuajes, o la pérdida de peso no impiden la identificación correcta del individuo.

Impresionante.

El fin de la delincuencia

Uno de los campos donde más frutos se espera recoger es la búsqueda de delincuentes. Recientemente, el FBI consiguió detener a Lynn Cozart, un pederasta que llevaba en paradero desconocido 19 años. El software de reconocimiento facial comparó las fotos policiales de los delincuentes con bases de datos de imágenes procedentes de agencias estatales, cámaras de seguridad de establecimientos, vídeos policiales, etc. En este caso, el sistema hizo un "match" entre la foto de Cozart - tomada hacía casi dos décadas - y la de un permiso de conducir expedido a nombre de otra persona. Era él.

¿Dónde ponemos los límites del reconocimiento facial?

La pregunta es: Si al ser procesada por este tipo de software nuestra cara se convierte en un código utilizable no sólo por la policía sino también por empresas privadas, ¿qué va a pasar con nuestro anonimato?

Si la técnica de comparación de dos imágenes fijas es un reto superado, la identificación de una determinada persona entre una multitud mediante cámaras IP está al caer. De hecho, en la pasada entrega de los Globos de Oro se utilizó un software con el fin específico de impedir la presencia de los acosadores de las estrellas en el evento.

Está claro: Para bien o para mal, se acabó lo de pasar desapercibid@.

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