Cambio de paradigma en cirugía estética facial

Este fin de semana he tenido ocasión de asistir en Chicago, al “Aesthetic Surgery Symposium”, organizado por la American Society for Aesthetic Plastic Surgery.
En los últimos tiempos, nos hemos acostumbrado a no esperar excesivas novedades en este tipo de eventos. Revisando la literatura científica en el ámbito de la cirugía estética, tengo la sensación de que existe una relativa sequía en cuanto a nuevas aportaciones.

Esta reunión no ha sido una excepción, sin embargo, he asistido a un fenómeno interesante que se ha producido en las diversas sesiones dedicadas respectivamente a Lifting, rinoplastia, y procedimientos auxiliares.

En la sesión de Lifting, los maestros Foad Nahai de Atlanta y Daniel Baker de New York, acompañados de Joel Feldman de Boston, sorprendían a la sala reconociendo que en los últimos años han vuelto a la técnica original de lifting cutáneo con poca o nula movilización del SMAS (sistema Músculo-Aponeurótico),  es decir, hemos pasado del lifting compuesto –predominante en las últimas dos décadas-, en el cual una parte fundamental del trabajo de disección se concentraba en el SMAS, con el consiguiente riesgo para las estructuras nerviosas y con tiempos quirúrgicos extremadamente largos, a un lifting con incisión reducida (reduced scar facelift) en el que sólo se levanta un colgajo cutáneo con mínima o nula manipulación del SMAS, ¿Cuál es la justificación para este cambio por lo demás inesperado? como han reconocido los ponentes, existen dos razones:  En primer lugar, el número elevado de complicaciones asociadas al sistema complejo (piel + SMAS) popularizado fundamentalmente por Sam Hamra en Dallas. La segunda razón, probablemente más importante por lo inesperada, es que a largo plazo los resultados con una y otra técnica no parecen ser diferentes.
Los ponentes de la sesión suman más de 100 años de experiencia en cirugía de estiramiento facial, y han reconocido que evaluando retrospectivamente sus casos no encuentran diferencias en términos de resultado estético a favor de ninguna de las dos técnicas. Este hecho constituye una buena noticia, toda vez que la simplificación técnica que supone el lifting cutáneo, asociado a la reducción de complicaciones, permitirá que más pacientes se acerquen a un procedimiento menos traumático y con resultados igual de satisfactorios que el más complicado.

La segunda sesión de cirugía facial se dedicó a rinoplastia. En la misma, los doctores Toriumi (Chicago), y Cerkes (Estambul), presentaron excelentes resultados en el manejo de la nariz compleja (asimétrica, reoperada, racial, y hundida). Es interesante señalar como la mayor parte de casos presentados durante la sesión correspondieron a rinoplastias abiertas. Tengo la sensación –confirmada en mi propia práctica-, de que la rinoplastia abierta proporciona innumerables ventajas en cuanto a posibilidades reconstructivas. Esta técnica ademas nos permite comprobar nuestros resultados antes del final de la intervención y evita sorpresas postoperatorias asociadas con frecuencia a la rinoplastia cerrada. Esta última la empleo solo en casos muy sencillos o en los que los cambios en punta y dorso son muy limitados.

El Symposium acabó con una sesión dedicada a los fillers (rellenos) tanto del propio paciente como extraños. Entre los primeros cabe destacar el uso de la grasa del propio paciente para aumentar zonas deficitarias. El nuevo paradigma en este ámbito  supone reconocer que el envejecimiento facial se asocia indefectiblemente a una reducción en la cantidad de grasa subcutánea asociada a pérdida de calidad de la piel. Sydney Coleman (New York) considerado el padre de la lipo-escultura, ha presentado su protocolo consistente en la centrifugación de la grasa obtenida del paciente con el objetivo de eliminar el aceite y las células hemáticas, consiguiendo de esa manera –según el- una porción de tejido graso más rica en adipocitos y células madre. En la sesión se ha debatido acerca de si el proceso de centrifugado de la grasa es realmente necesario. ¿La conclusión? No existe suficiente evidencia científica que demuestre que un sistema de procesado de la grasa sea superior a otro.

En lo que todos los ponentes han coincidido  es en el hecho de que los nuevos tratamientos contra el envejecimiento facial deben considerar no sólo la recolocación de la piel mediante las técnicas de lifting, sino también la reposición de los tejidos subcutáneos (grasa) perdidos.

 

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