Una vez tomadas estas medidas, se crea una férula quirúrgica a modo de plantilla, que reproduce con total exactitud la posición de los implantes. Estas plantillas sirven de guía para perforar la encía sin tener que abrirla, al tener una serie de orificios situados en la posición precisa donde hay que colocar los implantes y permitiendo sólo perforar hasta la profundidad preestablecida. Esto permite realizar una cirugía mínimamente invasiva, sin levantar la encía o dar puntos en la mayoría de los casos.
Otra ventaja de la cirugía guiada es que permite evitar zonas delicadas como el nervio dentario o el seno maxilar, además de reducir el tiempo de quirófano. Una intervención que solía tomar entre 2 a 3 horas, puede llevarse a cabo en un lapso de 30-45 minutos.
De cara al paciente, una cirugía menos invasiva y más corta se traduce en un postoperatorio más cómodo, al no haber cortes ni puntos, además de que los implantes se colocan con la máxima exactitud, con resultados funcionales y estéticos inmejorables.