Cuando perdemos o nos practican una extracción de pieza dentaria, al no recibir ningún tipo de estímulo mecánico como es la presión que ejercen los dientes al masticar, el hueso alveolar (el que soporta los dientes), se va reabsorbiendo. La razón es que este hueso en particular tiene la capacidad de “auto renovarse”, y al no encontrar una función que llevar a cabo (sostener los dientes) se retrae, con graves consecuencias para nuestra salud y nuestra apariencia.
Para que esto no suceda, lo ideal es reponer los dientes perdidos mediante implantes lo antes posible. Los implantes dentales están fabricados con materiales biocompatibles y tienen una superficie tratada específicamente para aumentar su adhesión al hueso (osteointegrarse). Paralelamente, para conseguir una correcta estabilidad del implante, es esencial que éste esté rodeado en toda su superficie por hueso sano, una razón más para conservar lo mejor posible el hueso alveolar.
En el caso de que el hueso alveolar se haya atrofiado porque los dientes naturales no han sido sustituidos por implantes en el momento adecuado, será necesario llevar a cabo un tratamiento de regeneración ósea. Este procedimiento se puede hacer antes o durante el mismo acto quirúrgico de la colocación de implantes dentales.
Existen múltiples técnicas descritas para regenerar el hueso del paciente, y la mayoría de ellas utilizan hueso artificial, que estimula la formación de hueso propio, resultando eventualmente en un nuevo hueso de las mismas características que el hueso original del paciente. No obstante, el mejor tratamiento para la pérdida de hueso es la prevención, ya que evitando que se produzca una reabsorción ósea, conseguiremos evitar también las graves consecuencias que ello provoca.
Vídeo: La Dra. Ruiz Magaz nos habla sobre regeneración ósea