Es difícil medir la belleza por la gran variabilidad de la misma. Sin embargo existen algunos elementos -subjetivos-, que tienen que estar presentes para que la cara sea percibida como bella o armónica. Existen algunos elementos que determinan la armonía facial: simetría, exceso vertical del tercio inferior de la cara, divergencia anterior, convexidad, y tensión de tejidos blandos. Veamos cada uno de ellos:
Simetría
La simetría es el único parámetro que podemos valorar de modo “objetivo”, es decir, una cara es simétrica o no lo es.
Es obvio que la simetría facial debe ser una de las metas de nuestro tratamiento, especialmente en pacientes en los que la falta de esta constituye el principal motivo de consulta. Debemos mantener la simetría facial del paciente que la tiene, y alcanzarla en aquellos pacientes que carecen de ella.
Las asimetrías faciales más importantes están condicionadas por alteraciones en la posición o tamaño de la mandíbula, y son más evidentes en la región de mentón y en los ángulos. Algunas de estas asimetrías mandibulares pueden, con suficiente tiempo de evolución, condicionar asimetrías en el resto de la cara. La detección precoz de estos cuadros es esencial para minimizar la magnitud del tratamiento. En fases iniciales, muchos de estos procesos se pueden resolver con cirugías de centrado y nivelación mandibular. En fases tardías, la mayoría de ellos requerirán un tratamiento quirúrgico maxilomandibular.
Exceso vertical del tercio inferior de la cara
Si estudiamos un número suficiente de caras atractivas contemporáneas, encontraremos que la mayor parte de ellas presentan un tercio inferior facial más largo que el tercio medio.
Esta aparente “desproporción”, es una constante en las caras que consideramos armónicas, y hay tres parámetros que condicionan dicha dimensión:
- la altura anterior del maxilar
- la altura anterior de la mandíbula
- el tipo de oclusión
Por tanto, la modificación dimensional del tercio inferior se podrá provocar modificando estos tres parámetros. En el caso del maxilar, con impactación o descenso del mismo, en el caso de la mandíbula, con aumento o reducción vertical del mentón, y finalmente, la normalización de la oclusión.
El exceso vertical del tercio inferior debe sin embargo respetar algunos parámetros. En primer lugar no debería existir un exceso de exposición dental en reposo o gingival en sonrisa. De nuevo el concepto de exceso es subjetivo y dependiente de variables como edad, sexo, raza, dimensiónes faciales.
Por otra parte, este exceso vertical del tercio inferior de la cara, no debería provocar incompetencia labial. La incompetencia labial (donde los labios en reposo quedan un poco entreabiertos) es un concepto subjetivo relacionado con las mismas variables que la exposición dento-gingival. En pacientes jóvenes, sobre todo mujeres, un cierto grado de incompetencia labial es conveniente y sobre todo, protegerá al paciente del envejecimiento facial a este nivel.
En el análisis de perfil, el exceso vertical inferior debe ir acompañado de una adecuada proyección del mentón en relación a los labios y por tanto de un adecuado pliegue labio-mental. Este pliegue depende de la relación entre los incisivos inferiores y el mentón. Por ello, un tratamiento ortodoncico adecuado, puede ser suficiente en muchos casos para conseguir un pliegue labiomental correcto. En muchos casos sin embargo es necesario el concurso de la cirugía, para –mediante una mentoplastia-, conseguir provocar dicho pliegue.
Divergencia anterior
Este concepto se refiere al hecho de que si trazamos una vertical perpendicular al suelo que pase por la raíz de la nariz, una buena parte de la cara debe quedar por delante de dicha línea.
Pero, ¿cuánta cara debe quedar por delante de esa línea?...mucha. Más cuanto más joven, más en mujeres, más en la raza latina y en razas orientales, más cuanto más gruesos sean los tejidos blandos.
Como podemos provocar divergencia anterior en una cara? En algunos casos, el ortodoncista puede conseguir este efecto mejorando la proyección labial con un torque adecuado de los incisivos. Sin embargo, en la mayor parte de pacientes la normalización del problema pasará por la movilización en sentido anterior de maxilar, mandíbula, o de todo el complejo maxilomandibular en el caso de las llamadas biretrusiones (cirugía ortognática).
Es importante tener en cuenta consideraciones de edad, sexo, y sobre todo raza. En ese sentido, los perfiles más protrusivos son mejor aceptados en los países latinos y mediterráneos. Las razas sajonas y nórdicas aceptan mejor perfiles algo más retrasados. Al final, son los deseos de cada paciente individual los que han de guiar nuestra planificación más allá de estandarizaciones de cualquier tipo.
Convexidad facial
La cara debe tener un aspecto convexo. La convexidad facial viene determinada por una posición suficientemente adelantada del tercio medio facial –maxilar, zonas paranasales, y pómulos-.
Los perfiles cóncavos lo son por que una o varias de las anteriores estructuras están retrasadas. En unos pocos casos sin embargo, podemos encontrar perfiles cóncavos con una posición adecuada del tercio medio facial, pero condicionados por un exceso de mandíbula.
La corrección de la concavidad facial se realiza mediante la movilización de maxilar, y pómulos –las zonas paranasales avanzan al avanzar el maxilar-, y en ocasiones mediante la retrusión de la mandíbula.
Tensión de tejidos blandos
Las caras que nos gustan presentan una tensión y turgencia “adecuada” de la piel. Dicha tensión depende fundamentalmente de dos factores: el soporte del esqueleto facial, y la calidad y cantidad de la propia piel.
Durante los últimos años ha proliferado la idea, que suscribimos, de que para conseguir un soporte adecuado de tejidos blandos, debemos expandir el esqueleto facial. Para ello, debemos tener en cuenta factores como la falta de tensión en la piel, la calidad de la misma y el envejecimiento. Por ello en algunos casos la expansión del esqueleto facial tendrá que ir asociada al tratamiento específico del tejido blando.
La tensión de los tejidos blandos se puede alcanzar de varias maneras. En ocasiones la falta de soporte de tejidos blandos está condicionada por una posición inadecuada de diversos elementos del esqueleto facial. De ese modo, la hipoplasia maxilar y/o mandibular, (cuando el maxilar o la mandíbula se encuentran retraídos de su posición ideal) y la hipoplasia de pómulos, provocan falta de soporte de la mascara facial mayor cuanto mayor es el paciente. En estos casos la resolución del problema pasará por un desplazamiento en sentido anterior de los elementos esqueléticos involucrados, en lo que conocemos como expansión del esqueleto facial.
Finalmente en algunos casos el descolgamiento de los tejidos blandos no depende de la posición de los dientes, ni de los huesos, sino del efecto de la gravedad actuando sobre una máscara facial envejecida. En este ultimo supuesto, la solución pasará por la realización de un lifting o estiramiento facial.