Podríamos denominar deformidades maxilofaciales a un buen número de alteraciones que se caracterizan por involucrar a distintos elementos del esqueleto facial. De una manera genérica, éstas se dividen en dos grandes grupos: congénitas y adquiridas.
En el grupo de las congénitas, tendríamos aquellas alteraciones que ya están presentes en el individuo en el momento del nacimiento. La más frecuente en 
En el apartado de las deformidades maxilofaciales adquiridas, podemos distinguir cuatro grupos diferentes en función de sus causas:



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Haciendo una valoración retrospectiva de los pacientes con algún tipo de alteración esquelética facial que se han tratado en nuestro Instituto durante los últimos 20 años, es posible distinguir dos tipos o perfiles de paciente en función del hecho que en primer lugar motiva la consulta:
El paciente típico del primer grupo, es aquel que acude directamente a nuestro Centro buscando la corrección estética de un problema que el propio paciente o alguien de su entorno ha valorado como “esquelético”o “dependiente de los huesos”. Son pacientes insatisfechos con su aspecto facial. En la entrevista con estos pacientes aparecen expresiones como: “mi mentón se ve demasiado”, “mi nariz es demasiado grande”, mi aspecto facial está envejecido”, o típicamente “no me gusta mi cara pero no encuentro donde esté el problema”.
El paciente tipo del segundo grupo, es referido por el especialista en ortodoncia al que ha acudido para intentar solucionar aquello que para muchos de ellos pacientes es el único aspecto mejorable de su deformidad: la oclusión. La entrevista por parte del ortodoncista acaba poniendo sobre la mesa la idea de que esa alteración de la oclusión no depende solo de la posición de los dientes sino también de una alteración de los maxilares, y por tanto es tributaria de un tratamiento ortodóncico-quirúrgico. Esta entrevista además en un buen numero de casos descubre al paciente el hecho de que esa alteración de los maxilares además de provocar la maloclusión provoca una alteración estética a distintos niveles que también podrá ser corregida.
En uno y otro caso, es esencial una entrevista meticulosa en la que el paciente exprese todas sus preocupaciones o señale qué elementos de su aspecto facial le gustaría cambiar si fuera posible. Existen por supuesto pacientes en los que la normalización de la oclusión es la única preocupación, pero incluso en estos pacientes se puede conseguir, mediante la cirugía ortofacial, la optimización de objetivos estéticos a la par que oclusales.

